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¿Quién eres?

  • Foto del escritor: Belén Caccia
    Belén Caccia
  • 5 jun
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: hace 4 días



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Hablemos del personaje: ¿Te gusta quién eres? Una mirada escénica al desarrollo personal


No terminas de aceptarte. Ni siquiera te conoces totalmente.

¿Quién eres?

No me digas lo que haces, lo que estudiaste o soñaste.

No me hables de tus títulos ni de tus logros.


¿Sabes realmente quién eres?

Lo creas o no, la mayoría de las personas, ante esta pregunta, me responde: “soy abogado”, “estudio ingeniería”, “soy madre”, “trabajo en marketing”. ¿Y si mañana cerrara tu universidad o perdieras tu empleo? ¿Entonces dejarías de ser?


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Ser lo que haces es ser alguien incompleto. Lo que hacemos influye en lo que somos, sí, pero somos mucho más que eso. Somos una conjunción de origen, vivencias, formación, deseos, errores, aciertos... y sobre todo, de lo que decidimos hacer con todo eso.


Esta reflexión, que tantas veces comparto desde las artes escénicas, no es solo válida para actores.

La técnica teatral —y en especial la construcción de personajes— puede ser una herramienta poderosa de autoconocimiento, transformación y mejora de la calidad de vida.


El personaje como espejo y proyecto

En su libro El actor y la diana, Declan Donnellan afirma que

“el personaje no está dentro del actor, sino entre el actor y el objetivo”.

Esto nos revela algo fundamental: no “somos” un personaje dado, fijo, cerrado, sino que lo construimos dinámicamente, en relación con nuestros objetivos y con el entorno.



¿Y si aplicáramos este principio fuera del teatro?

Lo que consideramos “nuestra personalidad” puede verse como una interpretación continua, una narrativa activa que se moldea con nuestras decisiones, hábitos y vínculos.

No se trata de fingir, sino de reconocer que estamos en movimiento, que podemos reinventarnos, ajustarnos, afinar los matices. Igual que hace un actor sobre el escenario.


Konstantin Stanislavski, uno de los grandes padres del teatro moderno, proponía que la clave para construir un personaje era formular una pregunta esencial:

“¿qué haría yo si estuviera en la situación del personaje?”

Y desde esa premisa, explorar los deseos, las contradicciones, los miedos y la historia interna del rol.

Podemos hacer lo mismo con nosotros mismos. ¿Qué historia me estoy contando? ¿Qué deseo? ¿Qué conflictos arrastro? ¿Qué quiero modificar?


El escenario de la vida cotidiana

Como personas, no somos marionetas de un libreto ajeno. Podemos escribir, dirigir e interpretar nuestras propias escenas.

A veces pensamos que el cambio debe ser rotundo, “el gran giro de guion”. Pero, como en una buena dramaturgia, los pequeños actos —una decisión, un gesto, un cambio de mirada— tienen un impacto profundo.


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No podemos culpar eternamente al pasado, al contexto o al azar. Uno puede torcer el destino. Basta un paso para dejar de estar donde se estaba. Eso ya es cambio.

Mírate. Escúchate. Imagínate. ¿Qué parte de ti puedes transformar? Pero también: ¿Qué parte de ti puedes amar tal como está?


Anne Bogart, directora y pedagoga teatral, habla en A Director Prepares sobre la “autenticidad escénica” y cómo esta se basa no en la perfección, sino en la presencia consciente. Esa presencia también puede cultivarse fuera del teatro: al hablar en público, al enseñar, al liderar un grupo, al vivir.


Según Michael Chekhov, sobrino de Anton Chekhov y creador de la técnica psicológica del actor, la imaginación es el principal motor del trabajo escénico (On the Technique of Acting). Aplicado a la vida cotidiana, esto implica proyectar escenarios posibles de nuestras decisiones, ensayar mentalmente respuestas y explorar alternativas de acción antes de reaccionar. Esta práctica fortalece la capacidad de elección consciente, disminuyendo la reactividad impulsiva.


 Uta Hagen: descubrir al actor a través del personaje

Uta Hagen, en Respect for Acting, plantea que el actor se conoce a sí mismo a través de lo que hace en escena. Cada acción que se elige revela deseos, miedos y límites personales. Así, al construir un personaje, el actor no solo interpreta, sino que explora sus propias emociones y conflictos internos. Aplicado a la vida cotidiana, esto significa que observar cómo reaccionamos ante diferentes situaciones nos permite conocernos mejor y actuar con más conciencia.

Anne Bogart: presencia y atención plena

Anne Bogart, en A Director Prepares y The Viewpoints Book, desarrolla la noción de “presencia consciente”. El actor aprende a percibir sus gestos, respiración, ritmo y emociones, entendiendo cómo cada elemento comunica su mundo interior. Este entrenamiento de la atención plena puede trasladarse al día a día: reconocer nuestras emociones y reacciones en tiempo real ayuda a gestionar impulsos y responder de forma más intencional.

Eugenio Barba: cuerpo, emoción y construcción del personaje

Eugenio Barba, en El actor, el arte de la presencia, subraya que construir un personaje requiere integrar cuerpo, mente y emoción. Observar cómo reacciona nuestro cuerpo frente a distintas situaciones escénicas permite identificar patrones de reacción instintivos y conscientes. Este proceso fortalece la autoconciencia, la regulación emocional y la capacidad de actuar con decisión tanto en escena como en la vida cotidiana.

 Viola Spolin: improvisación para explorar el yo

Viola Spolin, en Improvisation for the Theater, explica que la improvisación ayuda al actor a descubrir facetas desconocidas de sí mismo, explorar distintas respuestas y aumentar la flexibilidad emocional. Al practicar improvisación, se desarrollan habilidades de observación, adaptación y autoconocimiento que son útiles fuera del teatro, permitiendo actuar de manera más consciente ante imprevistos y gestionar mejor los impulsos.

Judith Weston: empatía y perspectiva en la creación de personajes

Judith Weston, en Directing Actors, propone que para crear un personaje completo, el actor debe ponerse en la piel de otra persona y comprender su visión del mundo. Este ejercicio de empatía permite al actor reconocer cómo sus propias experiencias y emociones influyen en la interpretación, y puede trasladarse a la vida cotidiana como una herramienta para mejorar la comprensión de uno mismo y de los demás.

Aplicar lo teatral para vivir mejor

La improvisación teatral enseña a estar en el presente.

La oratoria escénica entrena la escucha, la conexión, la expresión clara.

La técnica del personaje nos ayuda a explorar nuestras múltiples dimensiones y a tomar decisiones más libres, más plenas.

No se trata de actuar para ocultar, sino de actuar para descubrir. De vivir como si cada día fuese una escena a construir con intención, verdad y belleza.


Descubrirse a uno mismo en escena y en la vida

Lo maravilloso del teatro es que nos permite experimentar, equivocarnos y volver a intentarlo en un espacio seguro. Cada ejercicio, cada improvisación, cada práctica de personaje es una oportunidad para observar nuestras reacciones, descubrir deseos ocultos y reconocer patrones de conducta que a veces ignoramos en la vida cotidiana. Puedes comenzar con pequeños ejercicios: por ejemplo, inventar un personaje que refleje una parte de ti que sueles ignorar y explorar cómo actúa, cómo habla y cómo se mueve. O probar la improvisación frente a una situación inesperada, observando cómo surge tu creatividad y cómo gestionas tus emociones. Estos ensayos conscientes fomentan la autocomprensión y fortalecen la capacidad de elección en la vida real. El objetivo no es transformarte en otra persona, sino ampliar tu conciencia sobre quién eres, cómo reaccionas y qué quieres desarrollar en ti mismo. Así, cada día se convierte en una escena para explorar, experimentar y crecer. Practicar teatro es, en última instancia, un acto de curiosidad y cariño hacia uno mismo: nos enseña a mirar dentro, a escuchar lo que sentimos y a decidir con mayor claridad cómo queremos actuar. Cada gesto, cada palabra y cada elección consciente nos acerca un poco más a la persona que deseamos ser, dentro y fuera del escenario.



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Y así, cuando alguien te pregunte quién eres, puedas responder con tu nombre. Con orgullo y seguridad. Porque sabrás que en él habita todo lo que eres: plenamente tú, y en constante movimiento hacia una vida mejor.





Belén Caccia

@BelenCaccia




Si quieres tomar clases de teatro conmigo, contáctame. clasesbelencaccia@gmail.com o haciendo "click" aquí.  




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